En ocasiones nos encontramos con ciertas dificultades a la hora de afrontar diversas situaciones, pero son las personas con autismo las que cuentan con menos herramientas que les ayuden ante dichas adversidades.
Cuando a nivel emocional y fisiológico estamos correctamente regulados, existe una mayor predisposición para aprender y entablar relaciones sociales. Pero en muchas ocasiones, aparecen los llamados "stims", que son comportamientos que les aportan seguridad, teniendo por ello, una función autorreguladora (se mueven de manera particular, hablan con diferentes patrones, llevan objetos familiares, abren puertas, alinean objetos... Todo ello les ayuda a afrontar diversas situaciones, a estar calmados y a autorregularse, por lo que no debe tratarse como una conducta negativa.
Son mecanismos que ayudan al niño, por lo que se convierte en algo eficaz y ha de tratarse como una fortaleza.
En concreto, el término "stims" significa <<estimulación>> y como ya hemos señalado, no implica negatividad (salvo que interfiera en su aprendizaje, a nivel físico o en los demás y en la forma de relacionarse con ellos) y mucho menos hay que detenerlo si es una conducta inofensiva.
Es importante saber y cuestionarse el origen de esta conducta y así poder entender un poco más dónde se origina la estimulación del pequeño. Hay varias teorías que pueden ayudarnos a la hora de interpretar dicha autoestimulación:
- Exceso de estímulo. Si el pequeño tiene o percibe demasiados estímulos, puede alterar o bloquear toda la información sensorial que recibe.
- Falta de estímulo. Surge cuando se da una situación contraria a la anterior y el niño intenta obtener información a través de los sentidos ante la ausencia de datos.
- Manejo de las emociones. tanto si experimenta emociones positivas como si son más negativas, el pequeño puede experimentar una alteración emocional que desencadenará un comportamiento basado en la autoestimulación y pondrá en marcha estos "stims" que le ayudarán en el proceso de intentar asimilar y comprender lo que sucede (aleteo, saltos, chasquidos, ruidos...).
- Reducción del dolor. existe otra hipótesis que asegura que, cuando un niño se golpea de forma repetitiva para autoestimularse, genera la liberación de betaendorminas que se transforman en una sensación placentera y calmante.
Por ello, la mejor forma de entender estos "stims" o comportamientos, es cuestionarse el origen y comenzar a trabajar en él con la finalidad de ofrecerles la mayor información posible que les ayude a gestionar y entender mejor lo que ocurre.